Llevo 24 años, 8 días y 23 minutos encontrando personas necesarias para varios
descubrimientos, que
arqueológicamente hablando fueron las precursoras de los mejores momentos de mi vida... Mi primer gran amor siempre fueron los dibujos animados de acción, donde las mujeres eran las salvadoras de la historia. Yo tenía como 4 años y un niño de apellido
Vergara me flechó... empezó esto de crear fantasías inimaginables que yo las protagonizaba como mi heroína favorita
Shera lo hacía, intentando salvar al niño
Vergara de los abusos del niño gordo, terminamos los tres encerrados en el armario de escobas del Taller Angelitos.
Hugo, el niño gordo nos
dio un golpe a los dos, y la mamá de
Vergara decidió cambiarlo de escuela... Ahora el niño gordo es modelo triple A de una agencia con la que trabajé un par de veces para hacer vallas
publicitarias y misteriosamente yo dejé de ser
Shera.
Tuve mi época de mujer maravilla, cuando tenía 8 años implementé un detector de villanos en mis patines, no
fue muy efectivo, después de dos huesos rotos entendí que un lente de cámara de fotos en el freno de mi vehículo no era la decisión mas inteligente al momento de salvar a los mas débiles, dificultaba un poco la fluidez. Y si me remonto a un tiempo antes, y analizo porque empecé a patinar, solo puedo recordar aquella película de una patinadora, que se deslizaba tan bonito por el hielo.
Y antes de eso, yo quería ser hombre, siempre les daban los trabajos mas divertidos dentro de las historias de
super héroes, volaban, peleaban, tenían una capa, un compañero fiel que no
necesariamente era un perro, podían tener una doble identidad, su espada era siempre mas grande y dentro de la liga de la justicia contaban con los mejores privilegios. Gritar en el balcón de mi casa que ya era un varón y podía jugar a ser
batman y no la mamá de
batman, causó en
Inés, la vecina de abajo una gran preocupación, les dijo a mis padres que una dulce
niñita rubia llena de rulos podía tener una grave tendencia al
travestismo... Reconozco que varios años
después de eso mi juego favorito era horrorizar a
Inés con mi vestimenta de futbolista, bombero, piloto de avión y el zorro. Todos los disfraces fueron proporcionados por mi hermano, que se divertía
contándole a todo el mundo como su
hermanita atormentaba a la vecina que
ponchaba sus pelotas.
Cuando dejé lo de los
super heroes de lado, empezó mi época de querer encarnar a
Barbie, la muñeca modelo, misión que fracasó, porque la idea de ser dependiente de un
KEN que utilizaba calzoncillo plástico me causaba una especie de conflicto racional que no me dejaba dormir, y al ver que no podía ser muñeca decidí simplemente ser lo que el momento indicaba, es como ahora protagonizo el papel de bala perdida, siempre buscando donde caer y sin encontrar
necesariamente un puesto fijo, lo bueno de esto es que a medida de que voy vagando por ahí, encuentro mas gente que logra poner en el sitio un par de partículas
polvorientas que van marcando el camino...