jueves, 21 de enero de 2010

Literalmente de la Litera al Suelo

Una vez soñé como al ponerme la pijama yo podía volar lo suficientemente lejos como para divisar las cosas desde el ángulo indicado, resultó que lo estaba divisando desde el suelo, ya que el golpe por caerme de la cama fue lo bastante leve como para no volverme a levantar hasta la mañana siguiente, cuando el frío mañanero hizo la labor del gallo. Pero desde que era chica me pasaba, fueron tantos los golpes que sufrí al caerme de la cama que mi mamá optó por comprar un perrito de peluche enorrrrme y hacerlo dormir a mi lado, durante mis primeros 5 años amanecí sobre el perro durmiendo plácidamente, vino a hacer la labor de Nana, el perro de los niños Darling de Peter Pan, en fin, ya mas grande, descubrí que mi deporte favorito era caer, no solo de la cama, si no también a tropezones, en huecos, de gradas, si hubiera una especie de medalla para las caídas, seguro tendría todas, es así como aprendí a curarme sola, primero el ego, porque para poder admitir públicamente que me vivo cayendo (física y emocionalmente a veces), tuve primero que sanar el orgullo, por suerte para mi, solo necesité de un par de curitas de Pucca, y así de a poco curarme el corazón y los moretones para poder seguir cayendo en paz, la diferencia es que hasta el momento, las caídas que han dejado huesos y corazones rotos son las que menos las menciono, porque dentro de ser mi propia cotidianidad, descubrí que son aquellas pequeñas caídas, las de detalle, las que le ponen un poco de sabiduría a mi existencia...

Eso es absolutismo carajo!, o por lo menos, es el mío.

domingo, 3 de enero de 2010

Shera, la mujer maravilla y la liga de la justicia...

Llevo 24 años, 8 días y 23 minutos encontrando personas necesarias para varios descubrimientos, que arqueológicamente hablando fueron las precursoras de los mejores momentos de mi vida... Mi primer gran amor siempre fueron los dibujos animados de acción, donde las mujeres eran las salvadoras de la historia. Yo tenía como 4 años y un niño de apellido Vergara me flechó... empezó esto de crear fantasías inimaginables que yo las protagonizaba como mi heroína favorita Shera lo hacía, intentando salvar al niño Vergara de los abusos del niño gordo, terminamos los tres encerrados en el armario de escobas del Taller Angelitos. Hugo, el niño gordo nos dio un golpe a los dos, y la mamá de Vergara decidió cambiarlo de escuela... Ahora el niño gordo es modelo triple A de una agencia con la que trabajé un par de veces para hacer vallas publicitarias y misteriosamente yo dejé de ser Shera.
Tuve mi época de mujer maravilla, cuando tenía 8 años implementé un detector de villanos en mis patines, no fue muy efectivo, después de dos huesos rotos entendí que un lente de cámara de fotos en el freno de mi vehículo no era la decisión mas inteligente al momento de salvar a los mas débiles, dificultaba un poco la fluidez. Y si me remonto a un tiempo antes, y analizo porque empecé a patinar, solo puedo recordar aquella película de una patinadora, que se deslizaba tan bonito por el hielo.
Y antes de eso, yo quería ser hombre, siempre les daban los trabajos mas divertidos dentro de las historias de super héroes, volaban, peleaban, tenían una capa, un compañero fiel que no necesariamente era un perro, podían tener una doble identidad, su espada era siempre mas grande y dentro de la liga de la justicia contaban con los mejores privilegios. Gritar en el balcón de mi casa que ya era un varón y podía jugar a ser batman y no la mamá de batman, causó en Inés, la vecina de abajo una gran preocupación, les dijo a mis padres que una dulce niñita rubia llena de rulos podía tener una grave tendencia al travestismo... Reconozco que varios años después de eso mi juego favorito era horrorizar a Inés con mi vestimenta de futbolista, bombero, piloto de avión y el zorro. Todos los disfraces fueron proporcionados por mi hermano, que se divertía contándole a todo el mundo como su hermanita atormentaba a la vecina que ponchaba sus pelotas.
Cuando dejé lo de los super heroes de lado, empezó mi época de querer encarnar a Barbie, la muñeca modelo, misión que fracasó, porque la idea de ser dependiente de un KEN que utilizaba calzoncillo plástico me causaba una especie de conflicto racional que no me dejaba dormir, y al ver que no podía ser muñeca decidí simplemente ser lo que el momento indicaba, es como ahora protagonizo el papel de bala perdida, siempre buscando donde caer y sin encontrar necesariamente un puesto fijo, lo bueno de esto es que a medida de que voy vagando por ahí, encuentro mas gente que logra poner en el sitio un par de partículas polvorientas que van marcando el camino...