jueves, 21 de enero de 2010

Literalmente de la Litera al Suelo

Una vez soñé como al ponerme la pijama yo podía volar lo suficientemente lejos como para divisar las cosas desde el ángulo indicado, resultó que lo estaba divisando desde el suelo, ya que el golpe por caerme de la cama fue lo bastante leve como para no volverme a levantar hasta la mañana siguiente, cuando el frío mañanero hizo la labor del gallo. Pero desde que era chica me pasaba, fueron tantos los golpes que sufrí al caerme de la cama que mi mamá optó por comprar un perrito de peluche enorrrrme y hacerlo dormir a mi lado, durante mis primeros 5 años amanecí sobre el perro durmiendo plácidamente, vino a hacer la labor de Nana, el perro de los niños Darling de Peter Pan, en fin, ya mas grande, descubrí que mi deporte favorito era caer, no solo de la cama, si no también a tropezones, en huecos, de gradas, si hubiera una especie de medalla para las caídas, seguro tendría todas, es así como aprendí a curarme sola, primero el ego, porque para poder admitir públicamente que me vivo cayendo (física y emocionalmente a veces), tuve primero que sanar el orgullo, por suerte para mi, solo necesité de un par de curitas de Pucca, y así de a poco curarme el corazón y los moretones para poder seguir cayendo en paz, la diferencia es que hasta el momento, las caídas que han dejado huesos y corazones rotos son las que menos las menciono, porque dentro de ser mi propia cotidianidad, descubrí que son aquellas pequeñas caídas, las de detalle, las que le ponen un poco de sabiduría a mi existencia...

Eso es absolutismo carajo!, o por lo menos, es el mío.

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